Quisiera poder callar en un momento en que casi todos estamos consternados por el asesinato de ANDRÉS ESCOBAR.
Tengo el alma paralizada. Es como si hubieran matado en nosotros un poco de aquello que luchamos a diario por mantener: LA ESPERANZA.
Es precisamente hoy cuando debemos parar y preguntarnos: ¿qué nos está mostrando este hecho?, ¿cuál debe ser nuestra actitud?, ¿qué podemos hacer a más de llorar y lamentarnos?, ¿cuántos seres asesinan a diario y por qué no reaccionamos como hoy?, ¿qué los diferencia de ANDRÉS?
Quedarme callada sería conciliar con el manejo que se hace en nuestro medio de la opinión pública, y ayudar en el desconcierto total.
Los niños sienten que les han quitado algo propio: su BALÓN. Es la alegría posible para todos ellos. Tan escasa que es.
Para los hombres, mataron a un aliado de su esparcimiento, de la posibilidad para compartir con los amigos y expresarse como SON, cuando hacía un gol o se lo hacían a su equipo predilecto.
Para nosotras, las madres, mataron la ilusión de que nuestros jóvenes pudieran salir adelante. Sus errores en la vida y en los juegos serían reprendidos como nosotras lo hacemos, con CARIÑO.
¿Qué hacer ahora?
Reflexionar y empezar a actuar.
Estamos en un mundo injusto, inhumano, pero estamos para construirlo JUSTO Y HUMANO. Cada uno tiene algo que aportar:
Los niños: su VITALIDAD Y OPTIMISMO, su ENTEREZA Y TEMERIDAD.
Los jóvenes: su ALEGRÍA y ESPERANZA.
Los hombres: su TERNURA y COMPRENSIÓN.
Las madres: su FORTALEZA y EXPERIENCIA.
Unidos CONSTRUIREMOS UN MUNDO DONDE HAYA ESPACIO PARA TODOS. En él podremos caminar aportando nuestras fortalezas y ayudándonos en nuestras debilidades.
Démonos las manos, tomemos las del anciano, joven, adulto, niño, y cerremos filas a la ESPERANZA.
A ANDRÉS le tocó hoy su partida, otros muchos lo han hecho: Héctor Abad Gómez, Antonio Roldan, Luis Felipe Vélez y miles y miles más que han cumplido su tarea y nos han dejado acá con la certeza que desde el lugar donde estén nos acompañan en esta lucha de VALIENTES.
Algún día iremos encontrándonos cuando nos toque el momento. Por ahora sólo nos queda dejarlos ir en paz, recordar lo mejor de ellos y aprender que lo único válido en nuestra existencia es sembrar y vivir la TOLERANCIA.
