El Planeta Tierra está habitado por varios seres, entre ellos, los humanos.

Un día de intenso calor empecé a mirar el comportamiento de los demás humanos y observé la carrera en la que vivían; no me pareció muy lógica, entonces resolví PARAR y analizar lo que pasaba.

Decidí que no iba a leer en los libros (bastantes había leído) ni a escribir en el papel (ya había escrito varios artículos) sino a leer en todo lo que mis ojos percibían y a escribir en mi SER la historia de los humanos.

Caminando por la ciudad observé el afán con que la gente lo hacía: todos para diferentes lados, con rostros tristes unos, otros cansados, otros desconcertados, otros acompañados y otros solos; pero todos llevaban mucho afán. No veía claro en sus rostros hacia dónde iban ni de dónde venían: unos a pie, otros en carro, unos con corbata, otros con uniforme, otros con botas, algunos con sandalias, otros descalzos, unos con el cabello largo, otros con él corto y algunos con la cabeza completamente rapada; unos pedían limosna, otros la daban, unos insultaban a los otros y otros respondían; unos amenazaban con revólveres (no podía diferenciarse si eran de verdad o de juguete), otros con navajas, otros con piedras, pero todos buscando arrebatarle a alguno el dinero o las prendas de valor. Algunos conductores aceleraban encima de las personas y renegaban, otros cortésmente dejaban pasar los transeúntes. Motos por cualquier lado aparecían en la calle haciendo ruidos unas y con silenciador otras. Las calles llenas de vendedores de todo tipo de artículos desde arepa con queso hasta grabadoras. Innumerables centros comerciales y almacenes en los que venden desde uno sólo artículo hasta los que venden en número incalculable.

Llegué a la casa y no sabía qué hacer con toda esa información. Estaba exhausta, -y eso que mi mente había borrado, momentáneamente, algunos detalles que empecé a recordar con la televisión cuando se presentaba una propaganda sobre otra, ofreciendo toda clase de productos con facilidades de pago-. Luego las noticias, y ¡qué noticias! : mataron al uno, secuestraron al otro, se casó la una, se enfermó la otra, se robaron un dinero público, resultados de las encuestas de opinión, nuevas formas legales, el equipo de fútbol tal o cual metió un gol o se los dejó meter; comprarán un jugador o será vendido. Y después las novelas: que ella llora porque él la abandonó, que todo el barrio tiene que ver con lo que está pasando en esa casa…. ella sufre por pobre y él por rico, a ella la pretende él y ella tiene miedo porque no es de su posición social; que se enteró la mamá, que le contó la vecina, que se enteró su novia y ahora va a empezar Café. Me dicen: ¿comió antes de la novela?, o ya tiene que ser después. Y si tiene algún problema, después de Café….

Y la escuela, Dios! se me olvidaba: que los sinónimos y antónimos, que las divisiones y las tablas, que la tarea de Sociales, que el vocabulario de Inglés, que la novela de Español, la cartelera de Religión….

Resolví, por fin, una serie de incidentes y empecé a organizar para el otro día: el uniforme, la maleta con todo lo necesario. Por fin me lavé los dientes y me acosté. ¿Quién se dormía?, los otros. Yo estaba extenuada y me decía ¿TODO ESTO PARA QUÉ? Mañana voy a preguntarle a alguien porque la verdad yo sólo sé que estoy tan cansada que ni sueño tengo. Este silencio…. todos dormidos…. ¿y yo?, ¿será que me pasa algo?, ¿será que a ellos no les pasa nada? Creo que me dormí.

Al otro día, empecé a leer en la escuela, Dios! qué veía, todos llegaban bañaditos, cargados de maletas y contentos conversando. Sonó el timbre, a formar, (silencio) la rectora va a hablar y empieza la conferencia: buenos días, en el nombre del Padre, del Hijo…. (rezo), luego “las normas a tener en cuenta esta semana son….” Ahora a las aulas, llega la primera profesora, toca Religión, todos juiciosos y quietos, “quien menos se mueva en otra dirección distinta a la que indico, mejor le irá”. Yo preguntaba ¿la profesora sabrá para dónde y no nos quiere decir?, (tan egoísta) o ¿qué será lo que pasa? Terminó la clase, faltan otras seis, ¿iré a aguantar? Mientras viene la otra profesora se paran y conversan los compañeros de lo más animados hasta que aparece la de Matemática (silencio sepulcral), ¿me llamarán al tablero?, ¿qué irá a pasar?, ¿si iré a entender alguna cosita?, ¿van a evaluar?, ¿Qué preguntarán?

Nadie se atreve a hablar y yo ya no sé si seguir escribiendo o parar, si seguir leyendo o parar; era algo terrible, no quería seguir pero mi cuerpo estaba en un alboroto tal que no sabía si ¿gritar o llamar gente?, ¿a quién?, ¿a mi mamá?, ¡qué tal!, recordaba sus palabras: “mijita hay que estudiar para ser alguien en la vida”, y yo pensaba: ¿quién le dijo a mi mamá que yo quería ser alguien en la vida’?, yo sólo quería paz y tranquilidad.

No más, voy a descansar.

Cinco minutos de descanso y yo decía: ¿de qué piensa la gente que hay que descansar?, por mí los dejaba toda la vida en descanso. Llegó la profesora, se acabó el tiempo de receso, a trabajar pues seguimos en clase; yo no sabía si escuchar o no lo que la profesora decía, sólo sentía que iba a explotar, me paré, y para la dirección, allá a firmar el libro por ser una niña perturbadora del orden de la institución, ¡si no quiere váyase! Y yo no sabía a quién llamar para que me apoyara.

Por fin salimos ¡qué alivio!, mañana será lo mismo, pero al menos podré hacer algo distinto de la escuela. Descansaré. Mejor voy a dormir para dejar de leer y escribir, ¿será que sólo dormidos podemos dejar de recibir órdenes unos de otros?, ¡que alivio!, dormí, y ahora: las tareas…. los mandados…. las novelas…. y?

Salí a mirar la calle: unos corren, otros ríen; unos comen, otros inhalan pegante. Los niños juegan, los ancianos los miran. Jóvenes y adultos no tienen sosiego; niños y ancianos no tienen afán, hasta que los jóvenes o adultos les dan órdenes o los critican, y ¿para qué?

De pronto se me ocurrió una idea, ¿se imaginan?, ¿en medio de esta pelotera una idea?, ¡Eureka! Yo debía hacer algo por mí, y por toda esa pobre gente.

Ya lo tengo: voy a proponerles que CONSTRUYAMOS UN MUNDO DONDE HAYA ESPACIO PARA TODOS y así yo podré hacer algo diferente y los otros también, ¡qué maravilla! Ahora sí descubrí el agua tibia: ¡Al ataque!…. y empezó el calvario; de un lado a otro; voy a contarles:

Escribí artículos y los regalaba (están anexos). Hablé con todas las personas que me recomendaban y que estaban en una actitud diferente al consumismo y encontré seres maravillosos entre indígenas, homeópatas, acupunturistas, bioenergéticos, adivinadores, religiosos, ateos, poetas, comunicadores, abogados, ingenieros, abuelos, niños, jóvenes, ancianos, solteros, casados, viudos, separados, ejecutivos, empleados, ayudantes en casa, tenderos, almacenistas, panaderos, verduleros, taxistas, celadores, secretarias, recepcionistas, maestros, jubilados, amas de casa, empresarios, agricultores, campesinos, doctores, profesores, artistas…. en la mayoría encontré gran escepticismo, más no en los niños y en ancianos y personas con poca capacitación en establecimientos educativos.

Continuando en la búsqueda escribí a diferentes funcionarios desde el Presidente hasta Secretarios de Educación, pasando por personas que había conocido cuando no tenían cargos públicos y habían sido mis amigos. Algunos me respondieron (transcribo sus respuestas) otros no. A los funcionarios les obsequié el libro Los regalos de Eykis para que tuvieran la gentileza de leer el análisis que se hacía del gobierno, la educación y la salud.

Seguí caminando y frecuentando cuanto terapeuta me decían que podía aliviar en algo la carga que estaba asumiendo. Me preguntaba ¿qué pasa?, gente muriendo de hambre, enfermos sin atención médica, estudiantes perdiendo los años, jóvenes, niños y ancianos asesinados, desempleo, falta de vivienda, drogadictos, enfermos mentales, miseria y más miseria, carencias afectivas, somatizaciones…¿Y?. ¿A quién le importa lo que está pasando?, parece que a nadie.

Los que mucho me apreciaban me decían que por qué no dejaba esas bobadas y me dedicaba a los hijos y ya. ¿Qué estaba buscando con lo que a nadie parecía importarle?, ¿enfermarme?, incluso de los nervios, como decían muchos.

Leyendo un texto comprendí que la cosa iba aún mucho más lejos. Estábamos destruyendo el Planeta y creí que eso sí convencería a mucha gente. Empecé a fotocopiar algunos capítulos y a entregarlos aquí y allá. Los más receptivos los leían y me decían que la situación estaba muy grave y hasta ahí. Nada se podía hacer, y yo obstinada.

Me apuntaba a cuanta conferencia y seminario había, buscando una respuesta. En uno de ellos encontré un psicólogo que me dijo: “tienes mucha claridad en lo que escribes pero temo me vayas a colapsar” y me recomendó una terapia de sanación a la que asistí presurosa. Busqué a quienes tenían información de otros lados valiosa por lo demás pero a quienes les creen menos. Seguía viendo un enredo. Todos ocupados en oscurecer mi visión y yo con ella tan clara.

Un día en una terapia me dijo quien la realizaba que me iba a dar un infarto o un derrame por la ansiedad y me enviaron al hospital. Allí nadie me creía pues tenía el pulso y la presión buena, por tanto no me iba a dar nada. Yo sentía que me moría y ya no me importaba, era la muerta más tranquila que jamás hubiera visto. No temía morir, y hasta llegué a sentir que lo único que tenía era un cansancio más grande que mi cuerpo.

Sólo quería descansar en cualquier estado, viva o muerta. No quería sufrir más, mis allegados y familiares preguntaban ¿qué hacer? Y yo decía que lo que pudieran. Me sometí a cualquier otra cantidad de terapias, hasta un “Maestro” conocí de esos que tienen muchos seguidores pero en vez de encontrar paz me dijo “usted está loca”. Ya no sabía qué pasaba pero algo sí tenía claro: NO ME DEJARÍA CONFUNDIR NI SIQUIERA POR UN MAESTRO. Así todos dijeran lo contrario yo sentía que estaba en lo mío.

Después de muchas otras discusiones tomé la firme decisión de retirarme del escenario y tampoco me lo permitían. ¿Qué pasó?, mi salud se resquebrajó hasta recuperar la certeza de que sólo podía tener en mí lo que necesitaba para superar la situación, y así, poco a poco, quienes antes no tenían tiempo para escucharme sacaban alguno para ayudar a la recuperación de mi salud, toda vez que, según ellos, seguía siendo una persona “muy necesaria”. No comprendo para qué.

Sólo mis hijos, algunos allegados y seres muy especiales comprendieron la situación, y hoy son mis compañeros de diálogo. Por fin encontré SERES HUMANOS. ¡QUÉ LINDO!

 

Con este cuento sólo quiero que otros narren el suyo, para ver si uniendo cuentos, podemos hacer algo para VIVIR CON DIGNIDAD.

 

Aprendámosle a los animales, a las plantas y en general a la NATURALEZA que siempre han sido los mejores maestros de los seres humanos.

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