El cuaderno de Margarita es un cuaderno muy particular porque es el cuaderno de una Maestra (creo que Maestro o Maestra debe escribirse siempre con mayúscula).

Y así, como cuando estudiamos en la escuela o en el colegio vamos llevando cuadernos como una técnica útil para aprender, recordar y sobre todo para repasar, así Margarita, la autora de este libro, en su larga experiencia como Maestra, pero también como aprendiz de la vida -insiste en que todos tenemos algo que aprender de todos- ha ido llevando sus cuadernos, y es este quizá, el de la materia más importante: La Vida. Esa asignatura que todos cursamos – queramos o no- y que se encuentra, tanto en los textos guía de los colegios como en esos “textos” que no están escritos en el papel sino en el mundo que nos rodea.

“Decidí que no iba a leer en los libros (bastantes había leído) ni a escribir en el papel (ya había escrito varios artículos) sino a leer en todo lo que mis ojos percibían y a escribir en mi SER la historia de los humanos”, dice la autora en alguna de sus páginas.

También nos sucede, en la escuela y en la vida, que hay momentos en los que copiamos la lección como autómatas; vamos copiando rápido porque no queremos que “nos dejen”, porque no queremos “atrasarnos”, técnica que parece no rendir frutos de mucho provecho, toda vez que, para llevar cuadernos -de geografía o de la vida- es mucho más sensato quizá ir escribiendo “despacio y con buena letra” como han dicho los maestros.

Margarita decidió escribir con buena letra algún día ya hace muchos años. Uno de sus relatos comienza cuando el personaje experimenta una necesidad fundamental – existencial de PARAR. Se hace muchas preguntas sobre diversos aspectos de la experiencia humana: la educación, la política, la salud, el derecho, los medios de información y nuestra relación con la naturaleza, entre otros.

Es así que decide, por su propia supervivencia espiritual y emocional, hacer un alto en el camino, no sólo para plantearse seriamente las preguntas fundamentales de la humanidad y de la existencia, sino también, y allí es quizá en donde reside el mayor valor de su propuesta, en determinarse a Hacer algo, y a invitar a otros a aportar desde sus posibilidades, sea que se encuentren en las esferas del poder político, en el mundo de los medios de información, o en cualquier oficio o vocación, para, desde una postura ética y razonada, construir ese mundo que sueña y en el cual, siempre en mayúsculas, HAY ESPACIO PARA TODOS.

Ese mundo es, hasta el momento, una utopía. Y hay que cuidarse de juzgar las utopías como quimeras o como meros ejercicios intelectuales. Son las utopías las que marcan un norte y además, cuestionan la postura cómoda de “el mundo es así”, idea que nos conduce a un conformismo muchas veces pesimista.

Las utopías dan esperanza y es parte de su esencia mover a la acción.

Necesitamos personas como Margarita que nos estén recordando Lo Fundamental. Y lo fundamental es siempre simple ¿será por eso que nos olvidamos? Por eso su propuesta, nos cuenta, tuvo acogida en los niños, en los ancianos y en personas con poca instrucción académica. A veces cometemos el error de pensar que lo fundamental está en lo complejo, en lo complicado, en lo difícil de entender.

Quizá sea del caso citar una frase de LOS REGALOS DE EYKIS, de Wayne W. Dyer, una de las fuentes que han nutrido la visión y la propuesta de esta Maestra: “No sentía ninguna necesidad de impresionarme con su vocabulario, ni de citar pruebas estadísticas en apoyo de sus afirmaciones. No necesitaba citar a los expertos para sustentar sus opiniones”.

A lo largo de su Cuaderno, la autora hace repetidas referencias a Eykis, un personaje extraterrestre que nos observa y que además de sacar sus conclusiones, quiere ofrecernos una visión ¿nueva? para que nos encontremos mejor y más felices de acuerdo con las enormes potencialidades que tenemos.

No es raro ver a esta maestra regalando, recomendando y hasta vendiéndonos libros, pues tiene una gran pasión por la lectura y es claro que quiere compartir con todo el que sea posible sus notas y reflexiones de vida. Quizá no todos las reciban, pero quien tenga la disposición puede recibir su mensaje, quizá un mensaje que viene de antes o de “arriba” y que a través del Cuaderno nos invita a repasar aquellas materias básicas y fundamentales para vivir mejor.

No quiero contar el libro. Recomiendo leerlo despacio – no de un tirón – e ir meditando sobre cada frase o sobre cada idea. Aseguro que hay muchas que valen la pena como “… no mirábamos al mismo lugar pero sí en la misma dirección”, una frase que no logro entender a cabalidad pero que sé, entraña una buena dosis de sabiduría, o al menos de belleza ¿no hay siempre sabiduría en la belleza?… Pero esas son mis reflexiones. Dejo a ustedes el placer de construir las suyas con el estímulo del Cuaderno.

Santiago Trujillo Velásquez.

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